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miércoles, 13 de marzo de 2013

GENTE & CULTURA (EMPRESARIAL)



José Luís Pascual (Profesional de los RRHH) “postea” en su blog "Entre nichos y bichos" una entrada titulada “Ya no quiero ser de Recursos Humanos” en clara alusión a la función que suele tener este departamento en las empresas.

Cita textualmente:
“…el objetivo de esta profesión (en alusión a los RRHH) es el de conseguir sacar lo mejor de las personas, ayudarlas, darlas el soporte oportuno para que marquen la diferencia, construir políticas que lo posibiliten, marcar el camino, comunicarles lo que se espera de ellas, motivarlas, ayudarlas a transformar las organizaciones…”.

La gran mayoría de vosotros os estaréis riendo en vuestro asiento al leer esto o, como poco, habréis arqueado las cejas en clara muestra de incredulidad. Ya que vuestro departamento de Recursos Humanos, con toda seguridad, despliega políticas bastante lejos de esos ideales. Ideales, que por otra parte, deberían de ser el juramento Hipocrático de todo profesional de los Recursos Humanos.

Y estoy seguro que es así y que todo Director de RRHH en su interior ansía dar esta imagen de su departamento. Está claro, que en la mayoría de los casos no se consigue. En todas las organizaciones hay diferentes fuerzas divergentes. Estas fuerzas imposibilitan que estos ideales se lleven a cabo. Pero no nos engañemos, la culpa es de toda la organización. No solo del departamento de RRHH. Incluso en muchos casos es el más inocente respecto a la responsabilidad que tiene de la imagen que proyecta.

José Luís expone que el propio nombre del departamento ya condiciona la forma en que el resto lo entiende. Las personas no son recursos. Son algo mucho más importante. Menciona el término “People & Change”.

Estoy de acuerdo. En mi última empresa ya se había empezado a hablar de "People & Culture". Yo, desde luego, lo veo mucho más apropiado.

Se trabaja con personas y se crea una cultura empresarial y profesional y se trabaja para que esas personas creen un cambio (parar mejorar la empresa y para mejorar individualmente).

Esa es la esencia que debe de tener todo Departamento de RRHH.

Esa es la forma en que debe de verlo el resto de la organización. Desde el que controla la puerta hasta el presidente.

¿Pero por qué esto no es así?.

He tenido la suerte y la desgracia de gestionar Recursos Humanos. Suerte porque creo que es un área en el que se puede aportar mucho y en el que los resultados, si son buenos, benefician a todo el grupo. Desgracia, porque he tenido que sufrir como, en estos tiempos que corren, las directrices vienen marcadas por otras "líneas maestras", que poco tienen que ver con "Personas & Cultura", y que a la hora de tomar decisiones globales sobre la empresa lo hacen bajo una valoración estrictamente financiera. No conocen al individuo y no pueden valorar su resultado de una forma objetiva y justa.

En cuanto se empieza a hablar de "Head Count" se esfuma la magia del "People & Culture". Todo, entonces, empieza a verse en números y en ratios.
No hay nada peor que "numeralizar y ratear" (sí, con la "e") sobre "People & Culture".

Soy financiero pero creo que no solo hay que ver las cosas desde el punto de vista matemático y financiero, sino siendo global y con visión de futuro.

Se suele decir: "En base a decisiones globales estratégicas hemos decidido suprimir tal o cual puesto" o bien que "fulanito ha decidido perseguir nuevos retos profesionales fuera de la compañía". Pero justamente, es todo lo contrario. Si se hubiese analizado desde un enfoque global esa/s personas/s no hubiesen salido porque seguramente aportaban mucho más que un ratio. La parte no tangible de esas personas no está reflejada en un balance o nadie la ve en un “management meeting” a la hora de meter la tijera y decidir que hay que acometer un recorte.

Suelen ser normalmente, decisiones para salvar las acciones de la compañía. No para salvar a la compañía. Es muy posible que las acciones sean más rentables y se coticen mejor en el mercado pero seguro que la compañía es mucho más débil, mucho más vulnerable y sobre todo mucho más impersonal.

Se considera al empleado como un Activo (pero solo un Activo Tangible). De esta forma se pierde la parte Intangible: Su “seniority”, su conocimiento de la compañía, del mercado, del sector; su desarrollo (pasado, presente y futuro), su compromiso, sus habilidades, etc.

En el libro “Good to great” (Mal traducido al español como “Empresas que sobresalen”) Jim Collins habla que de que las compañías que sobresalen y que perduran son aquellas que ponen en marcha una cultura interna encaminada a que los empleados sientan que tienen la oportunidad de ser escuchados y, en última instancia, para que la verdad salga a la luz.

Escucho a diario múltiples historias de personas, que ya no son personas de una compañía o que siguen siéndolo pero que han sido maltratadas por la organización a la que pertenecían o pertenecen. Personas que se ven pisadas por sus propios compañeros, otras que son anulados por sus jefes para que no destaquen y para aprovecharse de su trabajo, otras que son acosadas para que se vayan, otras que ven injusticias cada día y que callan sabiendo que si denuncian serán despedidas; y otras muchas más (en estos tiempos cada vez más) que son despedidas para salvar las acciones de su compañía, para hacer su cuenta de “pérdidas y ganacias” más atractiva y para que sus compañeros trabajen el doble. Donde había 10 ahora hay 6 y a callar no sea que pronto sean 5.

¿Es eso “Personas & Cultura y cambio”?. Si el cambio es para peor… entonces mejor que nos quedemos como estábamos antes.

¿No es hora de cambiar esto de una vez?.

¿No es hora de que todos los miembros del grupo tomen conciencia de que hay que crear políticas a favor del “People & Culture” y qué se deje de ver al Director de RRHH como el coco?.

¿No es hora de qué ese profesional pueda hacer el trabajo para el que teóricamente le pagan y para el que se formó?.

¿No es hora de que se comience a ver a los trabajadores como seres humanos y no como un simple Activo?.

¿No es hora de que se deje de ver al Capital Humano como a un gasto, que no reporta ningún beneficio ni crea valor añadido alguno?.

¿No es hora de pensar que también existen las inversiones en Capital Humano? ¿Que no tienen que ser a corto plazo y que también pueden existir las de medio y largo plazo?.

¿Qué serían las compañías sin personal?.

Es hora de que las compañías se transformen, pero los únicos que pueden transformarlas son los individuos.

Es hora de que el Director de People & Culture pueda hacer su trabajo. Es hora de que las empresas, que aún no lo han hecho, cambien el cartelito en la puerta del Departamento de RRHH y, que las que lo han hecho, cambien su mentalidad y estén realmente decididas y comprometidas con el proyecto. No sirve poner esas hermosas palabras en una presentación de “Power Point”a todo el personal para ser políticamente correcto. No se puede decir que se cuenta con el equipo, que se le respeta, que se le tiene en consideración y, a las primeras de cambio, seguir dando azotes con la regla de medir el Head Count, como hacían los maestros de la antigua escuela para enseñar a leer a sus alumnos.

Ha llegado la hora de crear lugares humanos, entornos humanos, trabajar como humanos y creer en que quien marca la diferencia de una compañía es el Capital Humano.


viernes, 8 de marzo de 2013

LAS GEMELAS (2º PREMIO "MINIRELATOS POR LA IGUALDAD")



Minirelato premiado con el 2º Premio del Concurso "Minirelatos por la Igualdad 2013" Ciudad de Alcobendas.
 
Todo empezó con el nacimiento de las gemelas. Ella se empeñó en tener niños. Yo quería esperar un poco más. Disfrutar más de la vida en pareja. Me medio convenció. Pero la verdad es que pensaba que todo tardaría mucho más. Que nos llevaría mucho más tiempo que se quedara embarazada.

Dos niñas al mismo tiempo es demasiado. O al menos eso dicen. No tengo con qué comparar. Lo mío fue dos a la vez y a tirar para adelante. Ella se agobió mucho. Se deprimió. Yo estuve desde el primer momento a su lado. Pero se derrumbó. Las malditas hormonas o yo qué sé. Y ya nada fue igual. Nada. Comenzaron las peleas. Y toda nuestra alegría se fue.

No es fácil intentar salvar una relación entre llantos y más llantos de bebés. No se pueden aclarar ciertas cosas mientras estás cambiando pañales y preparando biberones. Las conversaciones se quedan a medias. Sin acabar. Sin concluir. Al final todo suena  a reproche. Y poco a poco se va llenando el vaso. El que yo tenía enfrente estaba ya casi medio vacío. Pedí que me lo llenaran, pero Mariví, la camarera, me dijo que ya había bebido suficiente. Me había visto derramar mi amargura por su barra durante toda la tarde. Tenía el alma empañada como el cristal de aquel vaso, al que la espuma le dibujaba formas extrañas, como extraño era aquel dolor que sentía en lo más profundo de mí.

Caprichos de la vida, había sido en aquel bar donde nos habíamos conocido. Una amistad común nos presentó y no pude dejar de mirarla en toda la noche. Ella no pareció mostrar demasiado interés por mí. Bueno, sí que lo mostró, pero esa era, precisamente, su manera de comportarse con alguien que le gustaba. Hacerse la huidiza. Vigilar por el rabillo del ojo sin que se notase. Coquetear por aquí y por allá. Para que yo, finalmente, acabara diciéndole que me gustaba como se movía, como se colocaba el pelo cuando le caía hacia la cara y que, a esas alturas de la noche, ya había hablado con todo el bar menos conmigo y sabía que lo había hecho porque a mí me reservaba para el final, para lo mejor de la velada. <Vamos afuera –dije- y me lo cuentas al oído, que aquí hay mucho ruido>. Ella rió, con aquella risa que solo ella sabía poner, y se cogió de mi cintura. <Tienes poderes adivinatorios, me tendrás que leer el futuro>. Salimos del bar y ya no se volvió a soltar de mi cintura hasta que nacieron las gemelas y, entonces, ese futuro se nos cayó de la cintura, como un “hula-hop” cuando dejas de contonearte y rodea tus piernas hasta tocar el suelo.

Mariví me dijo que ya era hora de que volviera a casa.

-          Eso ha dejado de ser una casa hace ya tiempo - le respondí.

Ella me agarró del brazo y me dijo que Alicia y yo éramos la pareja ideal, que todo el barrio nos envidiaba. Que las dos éramos guapísimas. Y que no había más que vernos para darse cuenta que estábamos echas la una para la otra.

-          Lucha por ella, Rosi. Lucha. Nadie ha dicho que vivir en pareja sea fácil. Pero si no lo intentas, siempre te lo vas a reprochar. Si yo hubiese luchado por Marga, quizás no hubiese vuelto con su novio. En aquel momento pensé que para nosotras todo es diferente. Pero no. ¿Sabes?. Todo es exactamente igual. Tenemos los mismos problemas y cometemos los mismos errores que las parejas “hetero”. Si una mujer echa a su marido de casa, todas levantamos el puño, en nuestro interior, por la batalla ganada. Si una mujer echa a su mujer de casa ¿Quién gana y quién pierde? ¿Por quién de vosotras dos tendré que levantar el puño?.

No tenía ni idea de la respuesta pero tampoco quería averiguarla. Le pedí un cigarrillo y que me apuntara la cuenta. Me había dejado el bolso arriba, tras el portazo, enganchado entre nuestros gritos. Salí a la calle. Tampoco tenía fuego. No era hora de fumar. Era la hora de hablar con Alicia e intentar arreglar lo nuestro. Si no por nosotras, sí por las gemelas. Como decía Mariví, éramos igual que el resto de las parejas. Habría que intentar mediar, aunque solo fuera por las niñas. Habría que esperar a que se evaporaran los efluvios de nuestras broncas y las burbujas de nuestra nueva vida en el rol de “madres”. Y ver si la espuma volvía a dibujar corazones en aquel vidrio mojado del vaso que era nuestra historia de amor.

Meses después, las cosas se enderezaron y decidimos aumentar la familia. Quedé embarazada. Había confesado a Alicia que estaba celosa por su maternidad. De su vínculo especial con las gemelas. Eran mis hijas, por supuesto. Uno de mis óvulos había sido fecundado e insertado en su útero. Pero yo no las había sentido dentro de mi vientre. Ella las había parido. Posiblemente por eso, cada vez que alguna enfermaba buscaba refugio en ella y no en mí, su malestar solo encontraba realmente sosiego si Alicia era quién atendía sus quejas y su necesidad de mimos. Tenía razón Mariví. Teníamos los mismos problemas que las parejas de heterosexuales. Nuestras peleas tenían un origen similar al del “resto” de parejas. Los hombres se sienten internamente celosos del éxito femenino. Pero, en este caso, por suerte, había alguna diferencia. Ambas llevábamos en nuestro vientre el milagro de poder dar vida. Pude satisfacer mi ego y dimos un hermanito a las gemelas.

Por cierto, yo también pasé mi depresión post-parto pero Alicia fue un encanto y enseguida volvimos a disfrutar de nuestra vida en pareja y nuestra armonía familiar.
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Minirelato premiado con el 2º Premio Concurso "Minirelatos por la Igualdad 2013" Ciudad de Alcobendas.

lunes, 4 de marzo de 2013

APROVECHANDO EL VASO MEDIO LLENO



Experiencias positivas de un desempleado:

Poner buena cara al mal tiempo.

Pasear tranquilamente bajo la lluvia.

Pasear tranquilamente bajo la nieve.

Fotografiar a un caracol que aparece en un banco de piedra, tras los días de lluvia, y que mis dos hijos me pidan que enseñe la foto a todos sus amiguitos a la salida de clase. Corroborando que el animalillo aún sigue llevando su concha y que el banco no se la ha desahuciado :-).

Poder hacer la compra en un mercado de toda la vida y no en un híper a toda velocidad.

Departir sobre la crisis, en ese mercado, con el vendedor de congelados. Obteniendo, de primera mano, la opinión de un profesional “no profesional de las finanzas”. Es algo realmente revelador e interesante verlo desde un prisma totalmente diferente.

Recibir un golpe en el coche y ver la cara de sorpresa del conductor ante mi actitud tranquila y divertida, quitando hierro al asunto: “No pasa nada, para eso están los seguros”.

Sorprender a ese conductor y muchos más cuando digo: “No, no. Este mini-coche no es el de mi mujer. Éste es el coche de toda la familia”. Descubriendo, además, que efectivamente, toda la familia nos podemos apañar con ese mini-coche (“mi coche” nunca fue mi coche, si no que era de mi ex empresa). Para largos recorridos siempre hay gente, a nuestro alrededor, que nos quiere y que nos presta su coche para llenar el maletero hasta los topes en caso de necesidad (gracias Eva y alguno más, que se han ofrecido en más de una ocasión).

Enseñar a mi hijo mayor lo que realmente cuenta e importa de una asignatura, que es aprender y quedarse con los conocimientos. Que no sirve de nada aprender para sacar nota y que la semana que viene no te acuerdes de nada.

Cocinar un pastel una tarde cualquiera.

Olvidarme el móvil en algún sitio y no volverme loco por ello.

Preparar una calabaza de Halloween.

No tenerme que afeitar religiosamente caaaaaaada mañana.

Encontrar personas maravillosas de forma inesperada solo porque tienes tiempo para charlar y pararte más tiempo de la cuenta.

Seguir paseando bajo la lluvia.

Crear un blog y disfrutar de las felicitaciones (Gracias a todos).

Ir a una biblioteca y pasear por los pasillos eligiendo libros al azar.

Descubrir que el mejor CEO (Presidente de una empresa) que voy a conocer soy yo. Ya que soy el CEO de la compañía más importante que conozco (mi vida).

Cambiar cromos de la colección de “Animales” para mis hijos con otros padres y madres. Descubriendo que mi menoría fotográfica infantil ha desaparecido, pero no soy el único, la de ellos también. Los “nole” y “sile” (“no le tengo”, “sí le tengo”, para los menos eruditos) se nos resisten y hay que buscar nuevas técnicas de memorización.

Descubrir que aún hay ardillas en Madrid.

Darme cuenta que dejé más huella de lo que pensaba entre mis ex compañeros (Gracias por todo “Dream Team”).

Descubrir que ese amiguito de tu peque, que él dice es maravilloso, lo es verdaderamente (Además de casta le viene al galgo) y sus padres son dos seres igual de maravillosos y especiales (Gracias Raquel, David y Ciro).

Descubrir que se pueden hacer más cosas de las que uno piensa sin dinero o a muy bajo precio. Se puede ser feliz un fin de semana sin pisar un restaurante, un cine, etc. , sin salir de casa y sin abrir la cartera en todo el tiempo.

Fotografiar los colores del amanecer.  

Ver la cara de mi peque al ir a buscarle a la salida del cole, impaciente por salir de la fila para reunirse conmigo, y que me diga, al oído, “Papi, me encanta que me vengas a buscar todos los días”.

Descubrir que los profesores y profesoras de mis hijos tienen cara y no son unos robots que ponen notas en una agenda o tan solo presentadores de una función de Navidad o de Verano. 

Ver esa función de Navidad del cole y utilizar el iPhone sólo para hacer fotos :-) y darme cuenta de los pequeños detalles que me perdí en otros momentos.

Darnos un baño caliente de espuma toda la familia, un jueves por la tarde  que estaba nevando, tras llegar a casa del colegio helados de frio!!!. (Gracias a los tres, por momentos como esos).

Comenzar a escribir una novela. Encontrar a personas que están dispuestas a echarme una mano para meterme en el papel al máximo. (Gracias, equipo).

Ser animado por diferentes personas, más de las que fui capaz de imaginar nunca, para que siga escribiendo e incluso para que participe en algún concurso literario. En el que ya tengo el premio que es justamente ese reconocimiento y ese ánimo a participar. Que alguien encuentre “talento” en mis pensamientos y opiniones y esté dispuesto a seguirlos es una experiencia maravillosa. Con alguna lagrimilla incluida. (Gracias a todos, especialmente a Mariano).

Salir a correr una mañana, sonriendo a todo el que se cruza en mi camino y descubrir cuán gratificante puede ser ver las diferentes reacciones. (Estoy escribiendo un post, solamente comentando acerca de esta experiencia, con fotos incluidas).

Descubrir que estoy llegando más allá de los límites que me había auto exigido y que sigo aún “vivo”. Me había prometido estar de nuevo trabajando antes de las pasadas navidades. “No puedo aguantar tanto”.- Les dije, en algún momento, a algunas personas. No he encontrado ese nuevo empleo. Pero he descubierto dentro de mí cosas que sinceramente desconocía. La fortaleza se prueba realmente en los momentos más duros. Nunca se sabe si un edificio es realmente resistente a un huracán hasta que ese huracán llega.

Correr bajo la lluvia. Este invierno está lloviendo mucho!!! :-)

Corroborar que en momentos “socialmente negativos” se pueden tener “experiencias muy positivas”, que no dan de comer pero indudablemente te alimentan a nivel humano y espiritual. “No hay nadie tan pobre que no pueda regalar una sonrisa, ni tan rico que no la necesite”.


Derechos de copia de fotografias: No me agobies que soy feliz (Andrés Carrillo Molinero).
Picture copy right: No agobies que soy feliz (Andrés Carrillo Molinero).